Psalms 104

Yahvé, fiel con su pueblo ingrato

1
1. Los dos Salmos que vienen son correlativos, y hemos indicado su asunto en los respectivos títulos. El 104 muestra a Yahvé fiel con su pueblo ingrato. El 105 muestra a Israel ingrato con su Dios fiel. El presente abarca especialmente desde el Pacto con Abrahán hasta la entrada de Israel en la tierra prometida. Los primeros quince versículos que se encuentran también en I Paralipómenos 16, 8-22, fueron cantados en el traslado del Arca al monte Sión. Los demás revisten carácter didáctico y tienen por objeto excitar en el corazón del pueblo teocrático la gratitud para con su fiel protector, mediante el recuerdo de sus promesas y sus bondades. Cf. Salmo 102, 2 y nota. Estas síntesis de la historia de Israel son frecuentes en la Biblia, y siempre tienen gran elocuencia y ofrecen honda enseñanza. Cf. Salmos 77, 105 y 106; Judit 5, 5 ss.; Nehemías 9, 6 ss.; Hechos 7, etc. Entre los gentiles: Cf. Salmo 95, 3 y nota; Isaías 12, 4.
Celebrad a Yahvé,
aclamad su Nombre,
proclamad entre los gentiles sus proezas.
2Cantadle, entonadle salmos,
relatad todas sus obras maravillosas.
3
3 s. Alégrese: al descubrir cuan bueno ha sido. Y para eso: fijaos, es decir, detened vuestra atención en Él y no queráis vivir siempre olvidándolo como si fuese cosa secundaria. ¡Mirad cómo Él no se olvida! (versículo 8).
Gloriaos de su santo Nombre;
alégrese el corazón
de los que buscan a Yahvé.
4Fijaos en Yahvé y su fortaleza,
buscad sin cesar su rostro.
5
5. Las sentencias: Los castigos que Dios infligió a Egipto y Canaán en favor de Israel. Cf. Éxodo 6, 6; 7, 4; 12, 12, etc.
Acordaos de las maravillas que hizo,
de sus prodigios
y de las sentencias de su boca,
6
6. Este llamado no ha de sonar como ajeno para nuestro espíritu, pues también nosotros somos hijos de Abrahán por la fe (Romanos 4, 16; Efesios 2, 12 ss.).
vosotros, descendencia de Abrahán, su siervo,
hijos de Jacob, su escogido.
7El mismo Yahvé es nuestro Dios;
sus juicios prevalecen en toda la tierra.
8
8. Su alianza: Las promesas dadas a los patriarcas (versículo 9 ss.) y confirmadas después con nuevas promesas a David y a los profetas. Cf. Génesis 12, 7; 13, 14 s.; 15, 18; 22, 16 ss.; 26, 3 ss.; 28, 13 s.; etc. La primera promesa de Dios es hecha en el Paraíso y se llama Protoevangelio (Génesis 3, 15). Noé recibe más tarde otra, con el arco iris por testigo (Génesis 9, 8 ss.; Salmo 88, 35). La promesa por antonomasia (la Tierra Santa y el Mesías) es llamada Alianza patriarcal porque era el fundamento del pacto que hizo Dios con Abrahán (Génesis 17). Después vino la llamada Antigua Alianza con Israel, mediante Moisés y la Ley (Éxodo 20 ss.), pero sin abolir las promesas anteriores (Gálatas 3; Lucas 1, 55 y 73). Luego la promesa hecha a David (II Reyes 7, 14; cf. Salmo 88, 31 y notas). Sobre la nueva Alianza prometida por los Profetas a Israel y Judá, cf. Jeremías 31, 31 ss. (citado por Hebreos 8, 8 ss. y 10, 16 s.). Pero aunque ellos rechazaron a Cristo (Juan 1, 11), Él se hizo mediador de esa Alianza con su sangre (Lucas 22, 20). Cf. Mateo 23, 39; Juan 19, 37; Isaías 59, 20 s., citado por Romanos 11, 26 s.
Se acuerda siempre de su alianza,
promesa que hizo por mil generaciones;
9del pacto concertado con Abrahán,
del juramento que hizo a Isaac,
10que confirmó a Jacob, como firme decreto,
y como testamento eterno a Israel,
11diciendo:
“A ti te daré la tierra de Canaán,
como porción hereditaria vuestra.”
12
12 s. Recuerda la primitiva vida nómada de los patriarcas en Canaán. Solo una tumba tuvieron en propiedad: la cueva de Macpelá (Génesis 23, 4; 24, 30; cf. Hebreos 11, 8 ss. y notas). Ello no obstante, no los despreciaba el Dios de los humildes, y los cuidaba como su preciosa herencia. Véase, sobre estos orígenes, el patético capítulo 16 de Ezequiel.
Cuando eran pocos en número,
muy pocos, y peregrinos en aquella tierra,
13y vagaban de nación en nación,
y de este reino a aquel pueblo,
14
14 ss. Cf. versículo 44; Ester 9, 16; Joel 3, 1 ss.; Romanos 11, 28, etc. Dios hace ostentación de su predilección por su pueblo y no admite que nadie le pida cuentas de ella ni se escandalice de su divino beneplácito, que todo lo hace por amor (Salmo 135, 17 ss.). Humillando así nuestro entendimiento para aceptar sin reparo sus designios (II Corintios 10, 5) es como sacaremos de la Escritura el fruto de la sabiduría (Romanos 11, 29-36).
a nadie permitió que los oprimiese,
y por causa de ellos castigó a reyes:
15
15. Mis ungidos... mis profetas: Los patriarcas, depositarios de las promesas divinas (Génesis 20, 7; 27, 27 ss.; 49, 1 ss. etc.) y aun todos los israelitas, que Dios cuida como la pupila de sus ojos (Dom Puniet).
“Guardaos de tocar a mis ungidos,
ni hacer mal a mis profetas.”
16Atrajo el hambre sobre aquella tierra,
y se retiró toda provisión de pan.
17
17 ss. Es una recapitulación de la historia de José que, vendido por sus hermanos, después de grandes desventuras llegó a ser administrador de la casa y reino del Faraón de Egipto (Génesis capítulos 31 ss.).
Envió delante de ellos a un varón:
a José vendido como esclavo.
18
18. Alude a la prisión de José en Egipto.
Le habían atado los pies con grillos,
y encerrado en hierro su cuello,
19hasta que se cumplió lo que él predijo,
y la Palabra del Señor lo acreditó.
20Mandó desatarlo el rey,
el soberano de aquellos pueblos,
y lo libertó.
21
21. La Liturgia lo aplica al patriarca San José para señalar su poder ante Dios.
Lo constituyó señor de su propia casa,
y príncipe de todos sus dominios,
22
22. Sobre el joven que enseña al anciano, cf. Salmo 118, 99 s.
para que a su arbitrio
instruyese a los magnates
y enseñara sabiduría a los ancianos.
23
23. La Tierra de Cam es el mismo Egipto (Génesis 46), que los hebreos llaman Misraim porque este hijo de Cam propagó allí su descendencia.
Entonces entró Israel en Egipto;
Jacob fue peregrino en tierra de Cam.
24
24 s. Véase Éxodo 1, 9 ss. Mudó (versículo 25): Es el endurecimiento de que habla Éxodo 7, 3.
Y Él multiplicó a su pueblo
en gran manera,
y le hizo más poderoso
que sus adversarios.
25Mudó a estos el corazón
para que odiasen a su pueblo,
y urdiesen tramas contra sus siervos.
26
26. Véase Éxodo capítulo 4; Hebreos 5, 4.
Entonces envió a Moisés su siervo,
a Aarón, el elegido,
27quienes obraron entre ellos sus maravillas
y prodigios en la tierra de Cam.
28
28 ss. Se resistieron: Los egipcios. Sigue la enumeración de las plagas que Dios les mandó entonces (Éxodo capítulos 7-11) que (omitiéndose la 5ª y la 6ª.) van alternadas así: 1ª versículo 29; 2ª versículo 30; 3ª versículo 31 b; 4ª versículo 31 a; 7ª versículo 33; 8ª versículo 34; 9ª versículo 28; 10ª versículo 36. Cf. Salmo 77, 43 ss. y notas.
Mandó tinieblas, y se hizo oscuridad,
mas se resistieron contra sus palabras.
29Convirtió sus aguas en sangre
e hizo morir sus peces.
30Su tierra brotó ranas
hasta en la cámara de sus reyes.
31Habló, y vinieron enjambres de moscas
y mosquitos por todos sus confines.
32Por lluvia les mandó granizo,
y fuego que inflamaba su tierra,
33y destruyó sus viñas y sus higueras,
y destrozó los árboles en su territorio.
34A una orden suya vinieron langostas,
y orugas sin número,
35que devoraron toda la hierba de sus prados,
y comieron los frutos de sus campos.
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36. Véase Éxodo 12, 29.
Y dio muerte
a todo primogénito en su tierra,
las primicias de todo su vigor.
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37. A ellos: A los israelitas, y Él mismo les mandó que despojasen de esas riquezas a los egipcios (Éxodo 12, 35 s.; Sabiduría 10, 19 y nota).
Mas a ellos los sacó con oro y plata,
sin un enfermo en todas sus tribus.
38Alegráronse los egipcios de su salida,
pues los había sobrecogido el terror.
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39. Una nube: Cf. Salmo 77, 14; I Corintios 10, 1. Sobre los prodigios que siguen, léase Éxodo 13, 21; 14, 6; 16, 14 ss.; Números 20, 8 ss.
Extendió Él una nube para cubrirlos,
y un fuego que resplandeciese de noche.
40Pidieron, y les envió codornices;
y los sació con pan del cielo.
41Hendió la peña, y brotaron aguas,
que corrieron por el desierto
como arroyos.
42Porque se acordó de su santa palabra,
que había dado a Abrahán, su siervo.
43Así sacó a su pueblo con alegría,
con júbilo a sus escogidos.
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44. Véase versículo 14 y nota; Deuteronomio 32, 8.
Y les dio las tierras de los gentiles
y poseyeron los bienes de los pueblos,
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45. Para que guardaran: Literalmente: para que guarden; forma llena de ternura si se considera que el Salmo se escribió mucho después y cuando bien se sabía ya que no los habían guardado (cf. Salmo 105, 1 y nota). Es que el salmista no ha querido poner aquí ninguna nota de reproche, sin duda para no empañar este poema de pura misericordia. El contraste con la ingratitud del pueblo ha quedado para el Salmo siguiente.
para que guardaran sus mandamientos
y obedecieran sus leyes.
¡Hallelú Yah!
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